Javier Bertolini
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ANÉCDOTAS DEL MAESTRO SAMAEL.
El Juicio a los muertos y el inframundo.
Cuando penetramos en la casa, súbitamente, nos encontramos al Maestro descansando su cuerpo en el sofá principal de la sala. Luego de preguntarnos sobre nuestras andanzas, entablamos un diálogo místico con aquel pozo de sabiduría. De pronto, entre aquellos tópicos metafísicos que mutuamente desarrollábamos en aquella conversación, el Venerable nos espetó una pregunta:—
¿Os acordáis del Dr. Romero Cortés?—¡Claro que sí!, fue nuestra respuesta... y añadimos una pregunta: ¿el boddhisattwa del Maestro Kefrén?...—¡Así es!... ¡Así es!, puntualizó el Maestro.—
Hace como cuatro años que desencarnó, ¿verdad? —preguntamos—.—¡Sí señor!, mis caros hermanos, ¡Así es!, pues bien caballeros, esta noche anterior he sido llamado por el tribunal de la Justicia Cósmica para presenciar un terrible evento.—¿De qué se trató, Maestro?, —preguntamos ansiosos de saber. —Pues nada menos y nada mas que del juicio del alma de nuestro hermano Romero Cortés.
Deben ustedes saber que nuestro hermano Cortés tuvo en vida algunos lapsos de conciencia que oportunamente aproveché paradarle enseñanza y aún después de muerto, varias veces lo instruí acerca de los misterios de la vida y de la muerte. Pues bien, he de decirles que me encontré allí en la Sala de la Verdad–Justicia y vi en el banquillo de los acusados al boddhisattwa de Kefrén.
Después de realizarse el juicio en cuestión, vi que se le imputaban cargos graves a este boddhisattwa y entre ellos: EL MAL USO DEL VERBO. Pude observar que había creado unos agregados muy fuertes que no le permitían ya diferenciar entre actos de conciencia y actos egoicos, es decir, había perdido la facultad de la auto–crítica. Todo esto era muygrave. El fallo del santo tribunal fue por demás terrible: ¡Al Abismo!, ¡Al Abismo!.
Yo quise francamente intervenir en defensa del hermano, pero una llamada de mi Ser me detuvo. Desde el banquillo de los acusados el hermano Cortés buscaba mi mirada como pidiéndome que intercediese por él. Seguidamente, y esto fue lo peor, se me encargó llevar a este boddhisattwa hasta las mismísimas puertas del abismo o mundo soterrado.Como quiera que mi Real Ser (Samael) es el quinto ángel del Apocalipsis y posee las llaves del submundo, se me pidió que introdujera al hermano Cortés en las entrañas del reino inferior. En aquellos instantes para desdicha del boddhisattwa, observé que él era consciente de su ingreso en los infiernos atómicos de la naturaleza.
En sus ojos vi asomado el terror de saberse sometido a la involución sumergida.Nosotros, los que escuchábamos atónitos aquel relato, interrumpimos con una pregunta al Venerable:—¿Pero, acaso el boddhisattwa de Kefrén estaba ya en su última existencia? El Maestro respondió;—Bueno... hay que entender que un boddhisattwa no está sujeto al ciclo obligatorio de las 108 existencias dentro de la rueda del Samsara.
Es posible que a juicio del Padre un boddhisattwa vaya, inclusive, mas allá de las 108 existencias si tal boddhisattwa está sirviendo a los fines del SER. Asimismo, si tal boddhisattwa no ha colaborado con los fines y propósitos del Padre, este último podría ordenar su ingreso en el mundo inferior.
Y mientras el Maestro discurría con su verbo de oro, nosotros pensábamos para nuestros adentros: ¡Dios mío! ¡Cuan drástica y determinante es la voluntad del SER cuando ella se manifiesta!... Pasados unos minutos, preguntamos al Maestro:—¿Y cuando abandonará el abismo el alma de este boddhisattwa?El Maestro acotó: —Volverá por allá, a finales de la sexta raza...Aquel relato constituyó desde entonces, para nosotros, una advertencia más acerca de los peligros del camino secreto. Y cuan importante es el manejo de la palabra. Varias veces el Maestro enfatizó, aquella noche; “A los iniciados se les mide por el uso que hagan del verbo. Un Maestro es un Maestro según como utilice la palabra."Escuchadnos, ¡oh lector anhelante!, la palabra es sagrada y con ella en una octava muy elevada nos crearon los Dioses en el amanecer de este Universo.